“La basura es un ataque directo a la Tierra”
La frase siempre es la misma: “¿para qué voy a separar si después se junta todo?”. La muletilla funciona como un somnífero para la conciencia. Entonces tiramos, descartamos, sacamos de nuestra vista todo lo que nos pone incómodos. “Andá, haceme el favor, tirá eso a la basura”. A ese cesto ingresan restos de comida, envoltorios, botellas, frascos de mermelada, saquitos de té y hasta residuos peligrosos para la salud como jeringas y pilas.
Hoy se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra. Como señala la ONU, esto es un recordatorio “para que todos y cada uno de nosotros se comprometa con esta causa y contribuya a avanzar en la dirección correcta”. La basura nos iguala y habla de nosotros como sociedad.
Elisa Gill, de la ONG “Doná tu basura”, sintetiza: “Nuestra basura es un ataque directo a la Tierra”. Hay que dejar de pensar que es un problema de otros. Es nuestro. Las “RRR” (Reducir-Reciclar-Reutilizar) no son una decisión cool, sino una necesidad ambiental.
“No todos tenemos a nuestro alcance obrar de manera sostenible, pero quienes tenemos esa posibilidad podemos transformar el mundo con simples decisiones, como optar por bombillas de bajo consumo o comprar sólo lo que vayamos a consumir”, manifestó el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon. El aumento de la basura está relacionado con el consumismo exagerado.
Donar y no entregar
“Yo era una persona consumista e ignorante”, confiesa Elisa Gill, que con una amiga fundó en Buenos Aires la ONG “Doná tu basura”. Trabajan con cooperativas de recolectores urbanos (ex cartoneros). Reciben residuos secos y limpios para separarlos en varias categorías: plásticos PET transparentes y de color, papel de color y con tinta negra, PVC, telgopor, etcétera. Luego los venden a industrias que les entregan factura. “Hay un mercado negro muy grande con los residuos reciclables como el cartón, que es lo que más se vende, el vidrio o el PET. La idea es combatir la informalidad”, explica.
La ciudad de Buenos Aires promulgó una norma en febrero de 2014 que obliga a los grandes generadores de residuos (los que producen más de 1.000 kilos de basura mensual) a hacerse responsables. “Es el caso de los shoppings, edificios, escuelas, hoteles o universidades . Esta ley es importante porque los obliga a separar la basura”, explicó Elisa.
En la ONG, además, de ser recicladores, ofrecen capacitaciones para enseñar en una escuela, en una institución o barrio cómo debe hacerse la separación de la basura de manera correcta. “Es importante que los plásticos o cualquier envase estén limpios y secos”, ejemplifica. También ofrecen un programa de gestión diferenciada para empresas que quieran sumarse.
“Un día me acerqué a hablar con un cartonero y le pregunté qué sacaba de ahí. Me respondió que entre la basura estaba la cartuchera para su nieta, el remedio para su esposa y su fuente de ingresos”, cuenta. Esto le cambió la perspectiva y la vida. “Comenzamos con ecocanjes y eventos para que la gente trajera sus reciclables”. Hoy el objetivo de la ONG es disminuir el volumen de desperdicios que llegan al relleno sanitario. “Debemos ocuparnos de la basura porque es mucha y proliferan los basurales a cielo abierto que contaminan las napas de agua y el aire. Es tanto lo que generamos que no se puede esconder”, reflexiona.
Eligieron el verbo “donar” porque la separación implica entregar tiempo y esfuerzo. “Requiere pensar en el otro. Hoy lo más difícil es encontrar dónde llevar. Lo ideal es buscar cooperativas y exigirle al municipio que cumpla con su rol de tratadores. Si el vecino no exige, el municipio no resuelve”, sentencia.
Peligrosos y complicados
“Lo más complicado es la pila porque es un residuo peligroso. Lo mejor es guardarla en una botella bien cerrada para que no entre en contacto con la tierra”, señala Elisa. Hay materiales como el papel encerado y el celofán que no se reciclan. “El telgopor es un problema porque tiene gran volumen, pero no vale mucho; entonces a los que recolectan no les conviene”, comenta.
El aceite vegetal contamina muchos litros de agua. “Lo peor que podemos hacer es tirarlo en las bachas de la cocina. Los tubos de luz deberían recibir un tratamiento diferenciado porque poseen mercurio y ese metal se filtra y llega a las napas”, agrega.
A veces, el residuo que generamos en una casa es tan peligroso para la salud y el medio ambiente como el de un hospital.
En 2014 la población mundial generó 41,8 millones de toneladas de basura electrónica, según la Universidad de Naciones Unidas (UNU). En sólo cinco años, la cifra aumentó en 8 millones de toneladas. Los aparatos electrónicos están compuestos por metales pesados dañinos para la salud.
Una aplicación que ayuda mucho
La facultad de Bioquímica y la fundación ProYungas crearon la aplicación “Reciclar” que se puede descargar en los teléfonos a través de Google play. Allí figuran los sitios que reciben materiales reciclables. Están diferenciados en varias categorías.
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