Isabel Noya, propietaria desde hace un año del Bar Atly, pero que ha regentado y trabajado en varios locales situados en la carretera N-525, lo tiene claro: la autopista se tradujo en una merma de los beneficios. "Con la autopista muchos camioneros no volvieron a pisar la carretera nacional. Por ejemplo, se echa de menos los que transportaban mercancías peligrosas, que debían respetar mucho los turnos de descanso y que esto se traducía en paradas habituales en los locales".

Eso sí, confiesa que hay una vuelta a la carretera debido al precio "abusivo" del peaje de la autopista. "Si tienes que viajar todos los días por tu cuenta es raro que escojas la autopista, pero es raro que estos conductores paren habitualmente en los pueblos", señala. "Para los que vivimos de la carretera, la autopista nos afecta bastante", apunta Noya.