El concepto Green TIC se puede definir como “el conjunto de soluciones de tecnologías de la información y de la comunicación optimizadas desde el punto de vista del consumo energético y responsables con el medio ambiente que, tras ser aplicadas en distintos ámbitos sociales y sectores productivos, permiten reducir notablemente los niveles de emisiones y el impacto contaminante de la actividad humana en el medio ambiente”.
 
Según datos del Informe Situación y retos de las Green TIC en España publicado por Ametic –la Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información, Telecomunicaciones y Contenidos Digitales-, a partir de los trabajos del Foro TIC para la Sostenibilidad y coordinado por la Fundación para la Transferencia del Conocimiento de Asimelec (Funcoas), las TIC constituyen “una de las principales palancas de las que disponen Gobiernos, empresas y ciudadanos para alcanzar los objetivos fijados por la Comisión Europea para el año 2020”.
 
Se trata del llamado 20/20/20: una reducción del 20% de las emisiones de CO2; alcanzar el 20% en el consumo de energía procedente de fuentes renovables, y un 20% de mejora de la eficiencia energética.
 
Y es que, según estimaciones del Informe Smart 2020, el sector TIC es el responsable de más del 2% de la huella de carbono a nivel mundial, y las previsiones indican que esta cifra aumentará de cara a 2020 por el crecimiento en la utilización de los productos y servicios TIC.
 
La buena noticia, según este documento, es que la eficiencia energética proporcionada por las TIC puede llegar a suponer un ahorro de costes de hasta 600.000 millones de euros en 2020. 
 

El sector TIC como referente

 
La Agenda Digital Europea, iniciativa emblemática de la Estrategia Europa 2020, se refiere precisamente a la posibilidad que ofrecen las TIC para evolucionar hacia productos y servicios menos intensivos en recursos, ahorrar energía en los edificios y las redes eléctricas, y contar con sistemas de transporte inteligentes más eficientes y de menor consumo energético.
 
“Las TIC pueden contribuir a luchar contra el cambio climático ofreciendo, por ejemplo, la posibilidad de monitorización de consumos, basada en medidores y redes inteligentes”, señala esta iniciativa, que añade que “es fundamental facilitar a particulares y organizaciones información que les ayude a reducir su huella de carbono”.
 
En este sentido, el sector de las TIC “debe aportar herramientas de modelización, análisis, vigilancia y visualización que permitan evaluar el rendimiento energético y las emisiones de edificios, vehículos, empresas, ciudades y regiones”.
 
“Las redes inteligentes son esenciales para avanzar hacia una economía baja en carbono, pues harán posible un control activo de la transmisión y la distribución a través de plataformas avanzadas de comunicación y control de las infraestructuras”, señalan los principios de La Agenda Digital Europea.
 
Esta iniciativa europea calcula que en 2020 la aplicación “transversal y sistematizada” de las Green TIC en los diversos sectores económicos puede suponer la reducción de 7,8 GtCO2 respecto de las 51 GtCO2 de emisiones totales previstas; es decir, una reducción equivalente a cinco veces la propia huella del sector.
 
Pero para que eso ocurra realmente “el sector TIC debe liderar la búsqueda y creación de soluciones aplicables al resto de sectores socioeconómicos cuya utilización masiva y generalizada puede suponer una verdadera revolución ambiental en la actividad productiva de cualquier sector”, apuntan las directrices de esta Agenda Digital.
 
En este sentido, la barrera más importante que detectan desde la Agenda Digital Europea es “conseguir la adopción de un marco de medición común como base para fijar objetivos de reducción del uso de la energía y de las emisiones de todos los procesos relacionados con la producción, distribución, uso y eliminación de los productos de TIC, así como con la prestación de servicios de TIC”.
 
“El sector debe ser pionero en el desarrollo y adopción de soluciones tecnológicas eficientes y mostrarse ante el resto de sectores como un referente en innovación y aprovechamiento de los beneficios derivados de la utilización de las Green TIC”, afirma la Digital Agenda for Europe, que añade que para eso “es necesario que apueste firme y continuadamente por la investigación y el desarrollo de soluciones que mejoren la eficiencia energética de los componentes, sistemas y aplicaciones TIC, dando lugar a innovaciones tecnológicas como la virtualización o el cloud computing, que también podrán ser aplicadas en otros sectores para optimizar la configuración de sus sistemas de información”.
 

Proyecto Life Green TIC

 
Precisamente en este sentido nace el proyecto financiado por la Unión Europa Life Green TIC, que coordina en España la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León y cuenta con la Fundación San Valero y el Ayuntamiento de Logroño como socios: con el objetivo de demostrar y cuantificar el gran potencial de las tecnologías de la información y la comunicación para reducir las emisiones de CO2, tanto reduciendo su propia huella de carbono -promoviendo un mejor y más inteligente uso de las TIC-, como por la contribución de estas tecnologías a conseguir mejores servicios medioambientales.
 
Esta iniciativa, apoyada económicamente a través del Programa Life, busca demostrar que es posible mejorar el impacto positivo para el medio ambiente de las TIC y reducir su huella ecológica a través de la planificación y selección de los equipos y servicios más adecuados y de la aplicación de criterios de compra verde y buenas prácticas por parte de los ciudadanos.
 
Según explica a Compromiso Empresarial Jesús Díez, director de Programas de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, “el reto a afrontar en estos momentos es el crecimiento exponencial de las tecnologías de la información y la comunicación en los últimos años, que se espera que sigan creciendo a un ritmo constante”.
 
A esto se suma, señala Díaz, el hecho de que “el ciclo de vida útil de los equipos y dispositivos es cada vez menor”. “Actualmente la vida útil de un smartphone se sitúa en unos 8 meses, fundamentalmente por razones de moda y estatus, cuando su vida potencial real sería de al menos 5 años”, explica.
 
A su juicio, “todo esto genera una serie de problemas ambientales importantes, que comienzan con la fase de obtención de materias primas, muchas de ellas escasas y de alto coste económico, incluyendo metales preciosos como el oro y la plata, y que terminan con la generación de ingentes cantidades de residuos peligrosos, ya que los equipos y dispositivos electrónicos incorporan muchos componentes y sustancias altamente tóxicos y difíciles de reciclar”.
 
De hecho, señala, “algunas de las zonas más contaminadas del planeta son zonas de extracción de materias primas para los equipos electrónico, y hacia muchos de los países más pobres del mundo se está empezando a generar un tráfico de residuos que acaban incinerados para extraer los metales aprovechables o en vertederos, liberando a la atmósfera, al agua y al suelo, sustancias altamente tóxicas”.
 
Y es que “se calcula que al año generamos en el planeta 40 millones de toneladas de residuos de materiales electrónicos, de las que apenas un 15% tiene un reciclaje adecuado. Sólo en la UE se descartan al año 100 millones de smartphones”, alerta.
 
Al mismo tiempo, señala Díaz, “el uso creciente de las TIC está incrementando el consumo de electricidad en todo el mundo. Según un reciente informe de Greenpeace, si Internet fuese un país, sería el cuarto del mundo en consumo de electricidad”.
 

Barreras y frenos a las Green TIC

 
Jesús Díez señala que el principal problema que existe para avanzar en la aplicación de políticas Green TIC es que las entidades, públicas o privadas, y también los usuarios individuales, “no perciben el problema: de hecho, no son conscientes de que exista ningún problema ambiental o energético vinculado al uso diario de la tecnología”.
 
“Basta con recurrir a las estadísticas, generalmente desconocidas, pero que llaman la atención de forma inmediata: las TIC suponen un 10% del consumo de electricidad total de la Unión Europea, y su consumo en las ciudades ya es mayor que el del alumbrado público”, resalta.
 
El coordinador del Proyecto en España apuesta por que las políticas Green TIC vayan más allá del ahorro energético para empresas y entidades, y formen parte esencial de las políticas de responsabilidad social y medio ambiente de éstas, convirtiéndose en un complemento esencial de sus sistemas de gestión ambiental y sus memorias de sostenibilidad. “El consumo de equipos TIC no sólo es un problema energético, sino también de consumo de materias primas y de gestión de residuos peligrosos”, alerta Díez.
 
Pese a que a nivel europeo ya se han desarrollado diferentes acuerdos voluntarios y estándares de eficiencia como el Código de Conducta para los Centros de Datos, o estándares para los servicios de televisión digital, compra verde para equipos, o sistema de etiquetado como el Energy Star para los productos TIC, entre otras, “en España, las cuestiones de eficiencia energética en el uso de las TIC, apenas se abordan en los centros de formación especializados en informática y telecomunicaciones”, apunta Díez.
 
En su opinión, “es necesario disponer de profesionales capacitados para desarrollar productos, software o servicios que tengan en cuenta criterios Green TIC”.
 
En esta línea, las entidades y empresas proveedoras de servicios de hosting y cloud “son las primeras que han comenzado a trabajar en materia de eficiencia energética en los centros de datos, ya que su viabilidad depende en parte de reducir sus altos costes energéticos”, explica Díez.
 
El proyecto Life Green TIC persigue precisamente sensibilizar e informar a las empresas y organismos públicos, incluyendo el sector educativo, sobre el consumo energético que genera el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, e informar y proporcionar herramientas para reducir este consumo y al mismo tiempo las emisiones de CO2 de este sector. Además, busca que las autoridades competentes en materia de cambio climático y energía integren las políticas Green TIC en sus áreas de actuación.
 
“Es el momento de que las estrategias y planes de acción contra el cambio climático de los gobiernos nacionales y autonómicos presten atención a esta fuente de emisiones y que también lo hagan los ayuntamientos que han elaborado Planes de uso sostenible de la energía”, asevera Díez.
 
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Proyectos piloto pioneros

 
En el marco de Life Green Tic se están desarrollando diferentes experiencias piloto cuyos resultados servirán de aprendizaje y efecto demostrativo para otras entidades, exponiendo su potencial para reducir la factura energética de las organizaciones.
 
Uno de estos proyectos piloto es el que se está desarrollando en el edificio PRAE de Valladolid, el Centro de Recursos Ambientales dependiente de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, centrado en el concepto de “virtualización”, tanto en los centro de datos como de los puestos de trabajo.
 
El proceso pasa por sustituir los centros de datos existentes por servicios cloud y los servidores físicos por máquinas virtuales apoyadas en un software de virtualización. Menor número de servidores suponen menos consumo energético y menos necesidad de climatización de los Centros de Procesamiento de Datos.
 
También es posible virtualizar los puestos de trabajo, sustituyendo el esquema habitual de CPU y monitor por un equipo thin client, de forma que el usuario sólo tiene un monitor y un teclado. Esto supone un gran ahorro de energía y materias primas, aumentando la eficiencia del sistema, sobre todo si se tiene en cuenta que en la mayoría de las CPU se utiliza apenas un 15% de la capacidad de que disponen.
 
“Queremos demostrar que la virtualización puede suponer hasta un 70% de ahorro energético y que debe ser la opción primera a tener en cuenta antes de renovar el parque informático de una entidad o de establecer una nueva, como por ejemplo en la digitalización de las escuelas”, señala Díez.
 
El proyecto quiere actuar en tres ámbitos diferentes, todos con un amplio uso de las TIC: los organismos públicos, el sector educativo y las ciudades. Y para ello se están implementando iniciativas como una ficha metodológica para la elaboración de planes y estrategias Green TIC en las organizaciones y empresas, un manual de compra verde de tecnologías de información y la comunicación, o un manual de buenas prácticas ambientales para los usuarios.
 
Entidades, algunos ayuntamientos y numerosas empresas y asociaciones han decidido sumarse a estas iniciativas y aplicar estos instrumentos, plasmando su compromiso en una Carta de entidad comprometida con las Green TIC en la que el firmante decide, entre un menú de opciones, cuales son las medidas que pondrá en marcha y su grado de compromiso.
 
“Muchas de las medidas a implantar no suponen ningún coste económico, sino fundamentalmente cambios de comportamiento en los gestores de la infraestructura TIC y en los usuarios, por ejemplo los empleados de una empresa o los empleados públicos”, recuerda Díez.
 
El primer paso es analizar la infraestructura TIC de la entidad, optimizarla y gestionarla adecuadamente, aplicando buenas prácticas de gestión y uso. “Ahí no hay coste, todo es ganar”, agrega.
 
Así, en muchas ocasiones “no es necesario invertir en nuevos equipos, sino que basta con informar y sensibilizar a los trabajadores sobre buenas prácticas como apagar los ordenadores al acabar la jornada laboral, eliminar el número de impresoras o no dejar los aparatos en modo stand-by”.
 
Las acciones que pueden generar costes económicos deben plantearse una vez analizado el estado de la infraestructura, su antigüedad y la necesidad de renovación. En el caso de la virtualización se trata de sustituir un coste por otro.
 
Hacerlo en el centro de datos del edificio PRAE -sustitución de los 12 servidores convencionales ya existentes por 4 aptos para virtualización, configuración y migración de más de 40 centros de trabajo conectados y 45 trabajadores- ha supuesto un coste de unos 60.000 euros, pero supondrá un ahorro energético de un 60%.
 

Participación social

 
El proyecto Life Green TIC tiene además una gran dosis de participación social, tanto de jóvenes estudiantes y emprendedores, como de empresas e instituciones.
 
Para los primeros, se han desarrollado iniciativas orientadas a tomar conciencia sobre el problema de la huella de carbono de las TIC, como un concurso de fotografía a través de las redes sociales o la competición Green TIC Emprende, dirigida a generar ideas, proyectos o acciones que contribuyan a la reducción del consumo de energía de las TIC, o bien a utilizar éstas para luchar contra el cambio climático o mejorar la gestión del medio ambiente.
 
En esta competición participaron cerca de 160 jóvenes que presentaron por equipos, 98 propuestas. Entre ellas, la realización de campañas educativas sobre el impacto ambiental y energético del uso de las TIC, el desarrollo de aplicaciones para la eficiencia energética en la conducción de vehículos, la gestión inteligente del alumbrado público, o una calculadora de CO2 para medir el impacto ambiental del uso de blogs y páginas web, entre otras.
 
Los finalistas de la competición pudieron presentar sus propuestas a empresas del sector TIC, a la administración pública y a centros tecnológicos, con el objetivo de contar con su experiencia para perfilar sus proyectos e incluso para llegar a acuerdos para su desarrollo.
 
Life Green TIC incluye además un área para compartir experiencias y conocimientos e través del blog Mi huella TIC, donde cualquier organización puede compartir casos de éxito e iniciativas que haya desarrollado en el ámbito del uso eficiente de las TIC o para alcanzar objetivos ambientales. La base de datos de buenas prácticas generada está en permanente actualización, y cualquier entidad puede proponer sus experiencias.