«Antes, en una oficina tenías que poner una pizarra para escribir, un corcho para pegar y una pantalla para proyectar; se trataba de unificar las funciones». Y lo consiguió. Su empresa, iConcept, con sede en Marín, comercializa ahora vidrios magnéticos, rotulables, proyectables y retroiluminables, que cubren todas las necesidades de sus clientes, también a nivel arquitectónico, ya que se trata de un producto adaptado para realizar tabiquería. Y es que, como explica Palacio, «en ciudades como Madrid, donde el metro cuadrado de oficina vale una pasta» es necesario optimizar el espacio.

Con una cartera de clientes conformada principalmente por grandes empresas nacionales que buscan soluciones innovadoras, la fundadora de iConcept destaca que la suya es una producción ad hoc, adaptada a las necesidades de cada proyecto específico, aunque Palacio remarca que también cuentan con una línea low cost, una pieza pequeña asequible, «para que todo el mundo la pueda adquirir y que será elaborada en el color de moda en cada momento».

A la apuesta por el I+D+i para desarrollar nuevas funcionalidades del producto se suma ahora el salto al mercado exterior de una firma que ya exporta sus productos a México, Chile y Europa central y que ha sido seleccionada por un acelerador de startups europeas, con sede en Bruselas, en la que Palacio confía para abrir nuevos mercados en el continente.

Compromiso social y ambiental
Pero si hay un aspecto en el que incide esta emprendedora es en el compromiso social y ambiental. «El crecimiento no tiene que ser solo económico, sino también social», advierte Palacio. Una concepción del mundo de la empresa que se sustancia en el acuerdo de colaboración con la Fundación Juan XXIII para favorecer la integración laboral de personas con discapacidad, que hasta ahora se encargan de fabricar accesorios magnéticos para el vidrio y los protectores que recubren el producto para su embalaje, pero que, si se cumplen los planes de crecimiento de la firma, se integrarán en el equipo de producción de la línea de bajo coste, cubriendo hasta la mitad de los puestos de la misma. Un plan de negocio que prevé pasar de los cuatro trabajadores que en la actualidad integran la plantilla a una veintena de empleados en un plazo que no debería superar los cinco años.

A la labor de integración se suma el compromiso medioambiental de una producción realizada íntegramente «con material reciclado y reciclable», incluido el packaging, y el uso de pinturas de origen natural que no generan residuos peligrosos. Palacio lo tiene claro: «El concepto de empresa está cambiando y lo que no sea ético no se sostendrá».