María del Carmen Sacada, representante residente adjunta del PNUD en México, planteó que la gestión adecuada de químicos y contaminantes es esencial para alcanzar el desarrollo humano sostenible. En tanto Luis Enrique de Ávila, director General de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas de la Secretaría del Medio Ambiente, reconoció al programa porque sin su apoyo, dijo, no se habrían podido destruir en tres años 933 toneladas de esas sustancias, reconocidas a nivel internacional como residuos peligrosos.

No obstante recordó que el inventario de BPCs en México asciende a 37 mil 667 toneladas, que se busca destruir en 10 años, de acuerdo con los compromisos contraídos en el ámbito internacional. De Ávila explicó que para ello se ha avanzado en medidas como la modificación de la norma 133 relativa a la destrucción de esa sustancia y está en desarrollo una guía de buenas prácticas en los talleres de mantenimiento relacionados con el tema.

A su vez el subprocurador de Inspección Industrial de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), Arturo Rodríguez, celebró que el sector industrial mexicano se sume de manera voluntaria a ese tipo de proyectos. Subrayó que la Profepa cuenta con elementos coercitivos para que la industria participe, como es su obligación, para hacer cumplir la ley y los reglamentos en la materia, aunque "siempre son mejores los mecanismos voluntarios" porque permiten que la iniciativa privada se plantee plazos y opciones para cumplir sus metas.

En su oportunidad el coordinador nacional del proyecto, Guillermo Román Moguel, atribuyó el avance en la destrucción de esa sustancia en gran medida al "acompañamiento" que realizan en los procesos del sector industrial. Los BPCs son compuestos que se pueden encontrar en estado líquido o sólido y la normatividad internacional y nacional los clasifica como una sustancia tóxica por su persistencia en el medio ambiente, a que no es biodegradable y se acumula en el tejido graso. Guillermo Román Moguel explicó que dependiendo del grado de exposición a la sustancia se presentan efectos en la salud como la aparición de acné y cáncer de hígado, intestino, tracto biliar y piel, además de problemas hepáticos y alteraciones genéticas. Esa sustancia se puede encontrar en transformadores de energía eléctrica, condensadores eléctricos y pinturas.