Necesidad de hallar una solución frente a los residuos altamente tóxicos
21 Sep
Como se sabe, la iniciativa de potenciar la capacidad de tratamiento de esos desechos se encuentra contemplada en el convenio que acaba de firmar la Municipalidad de La Plata con la Comisión de Investigaciones Científicas. Tal como se informó en este diario, el convenio establece que la CIC asistirá a los técnicos que designe el gobierno municipal para la construcción, puesta en funcionamiento y seguimiento de la planta.
Se indicó que, en la actualidad, la planta de tratamiento ubicada en el Camino Centenario y 506, se dedica al tratamiento de las pilas alcalinas agotadas mediante un proceso biotecnológico innovador, a través del cual se produce el ácido sulfúrico para la recuperación de los metales pesados contenidos dentro de las pilas evitando que éstos contaminen el medio ambiente.
Asimismo, se conoce que, al término de su vida útil, las pilas se convierten en residuos peligrosos. Al ser desechadas junto con la basura doméstica, ocasionan graves daños a la salud y al medio ambiente debido a los materiales químicos que contienen.
Corresponde aquí recordar que hace seis años la Comuna lanzó un programa que contemplaba la instalación de contenedores en plazas y parques de la Ciudad para poder arrojar allí las pilas y las baterías que ya no sirven. Se colocaron más de 40 en distintos espacios verdes, y cada mes se recolectaba alrededor de una tonelada de este tipo de residuos, que pueden afectar el medio ambiente si son dispuestos de forma incorrecta.
Lo cierto es que, a pesar de que los vecinos le daban utilidad, tuvieron que ser retirados por dos motivos principales, según indicaron fuentes municipales. Por un lado, porque las conocidas “cabinas verdes” que colocaban en las plazas eran objeto frecuente de pintadas y destrozos, a punto tal que las volvían prácticamente inservibles para su función. Además de ello, porque las demoras en el vaciado hicieron que desbordaran con frecuencia las pilas y baterías, que quedaban esparcidas en torno a ellos, algo que motivó el pedido de distintas entidades de bien público que reclamaron el retiro de los contenedores por la falta de higiene y por los riesgos de contaminación que ello implicaba.
La preocupación demostrada entonces por la Comuna tiempo atrás, cuando habilitó los contenedores, debe verse correspondida por una actitud similar ahora, cuando parece más definida la intención de promover el reciclado como mejor sistema para resolver la cuestión de la disposición final. Ello debiera verse, asimismo, acompañado por una acentuación de las campañas de concientización, destinadas a que los vecinos faciliten las recolecciones diferenciadas.
En la medida en que vaya confirmándose la eficacia de los programas de reciclado, nuestra ciudad podría ir acercándose al ideal de un proceso de disposición completa de los desechos tóxicos, sin que queden dando vuelta indefinidamente pues se está hablando de residuos riesgosos para la salud y la vida misma de la población.
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