Parques ambientales, nueva alternativa
Las pilas gastadas, los recipientes que contuvieron gasolina, pintura o ácido y hasta el aceite de cocina usado son considerados basura tóxica, porque afectan mucho más el medio ambiente. Por eso no deberían ir a un relleno sanitario común. Para tratarlos existen los parques ambientales y las plantas de tratamiento, que evitan al máximo que entren en contacto con el agua o la tierra. Y para lograrlo hay una cadena con tres eslabones que debe funcionar a la perfección: el generador de los residuos, el transportador y, finalmente, la planta que trata la basura peligrosa.
Los parques ambientales son un nuevo concepto que se está implementando en el mundo para tratar residuos peligrosos. La idea es que los sectores generadores de basura tóxica (hospitales, empresas mineras, productoras de hidrocarburos, fábricas y hogares) tengan alternativas para tratar sus desechos. Hay muchas formas de lidiar con la basura peligrosa, como la incineración, la reclusión en celdas de seguridad y la biorremediación, es decir, el uso de microorganismos para descomponer los residuos. En muchos casos se necesita una combinación de las tres técnicas para lograr un buen resultado.
La base de datos de gestores de residuos tóxicos, del Ministerio de Medio Ambiente, tiene inscritas 144 plantas de tratamiento de este tipo en Colombia, 67 de las cuales operan en Cundinamarca. Una de las más grandes queda en Mosquera, en medio del desierto de Sabrinsky, y cuenta con gran variedad de mecanismos para tratar e incluso reutilizar esta clase de basura. Camiones provenientes de la zona central del país, específicamente de departamentos como Meta, Cundinamarca, Boyacá y Tolima, llegan a diario cargados de bolsas rojas o recipientes metálicos con el aviso “Cuidado: veneno”. Desde que se abrió en 2010, la planta ha tratado 180.000 toneladas de residuos peligrosos provenientes de los sectores industrial, hospitalario e hidrocarburos.
Pero para hacer posible este proceso hay una larga cadena que también debe funcionar a la perfección. En el inicio de ella se encuentra el que origina la basura. “Los generadores ni siquiera saben qué contienen sus residuos. No los empacan adecuadamente. Llegan agujas en bolsas plásticas y cosas por el estilo”, afirma Camilo Hernández, gerente de Tecniamsa, empresa que se encarga de tratar residuos peligrosos y que es parte del grupo Sala.
El transporte es otro punto importante. Los residuos deben transportarse en camiones adecuados y manejados por empresas aprobadas por la CAR, que tengan la infraestructura para asegurar que la basura llegue a una planta y no termine a cielo abierto o en un lote abandonado al lado de algún caño. “Calculo que a las plantas de tratamiento llega el 56% de los residuos tóxicos. El resto queda a orilla de carreteras y ríos o va parar al mar”, dijo Hernández.
Si todos estos pasos salen bien, los residuos llegan a la planta donde son almacenados y analizados en el laboratorio para identificar sus componentes y determinar la clase de tratamiento que les aplicarán, ya que varía en cada caso. Por ejemplo, las agujas, los residuos de cirugías, gasas y otros materiales contaminados con residuos orgánicos deben ser incinerados, mientras las pilas y residuos con hidrocarburos pueden ser reutilizados como combustibles industriales. Finalmente, otros terminan
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