No existen cifras oficiales de cuántos Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) se generan hoy en la Ciudad. Hace cuatro años, Greenpeace calculó que en todo el país eran 120.000 toneladas por año. La cantidad puede haber cambiado, pero el problema es el mismo: ¿qué hacer con todas esas pilas, baterías, lámparas de bajo consumo, computadoras, impresoras y celulares, entre otros materiales con partes contaminantes? De a poco, aparecen respuestas. El Gobierno porteño hoy recibe artículos electrónicos y eléctricos en dos puntos verdes. Y hay compañías que los retiran de las empresas y los disponen en forma segura. En un informe de 2012, Greenpeace señaló que a nivel nacional en 2011 se habían tirado 400 millones de pilas, 10 millones de celulares y un millón de computadoras. Gran parte de esos materiales se descartaron en la Ciudad donde, en 2014 y considerando todo tipo de residuos, se arrojaron 1.279.337,80 toneladas de basura, a un promedio de 3.505 toneladas por día.

Aunque no todos lo hacen, por ley los porteños están obligados a separar los residuos reciclables de los húmedos. Pero nadie sabe qué hacer con los RAEE, que son cerca del 3% del total y requieren medidas especiales para su almacenamiento, transporte y tratamiento porque tienen contaminantes como plástico y metales pesados (cadmio, plomo, mercurio y níquel).

En otros países, la ley obliga a las fábricas de estos productos a recibir los descartados y reciclarlos o tratarlos para que no contaminen. En la Ciudad no hay regulación. Aún a nivel hogareño, es un problema deshacerse de esos artículos. de los 30 puntos verdes que tiene el Gobierno porteño, sólo dos reciben aparatos eléctricos y electrónicos: el de Plaza Arenales (Mercedes y Nueva York) y el de Parque Centenario (Roentgen y Patricias Argentinas). Según la Agencia de Protección Ambiental (APRA), entre ambos en 2014 recibieron 2.753 kilos de pequeños electrodomésticos y 8.360 kilos de aparatos de informática y comunicación. En lo que va del año recolectaron 1.159 y 4.371 kilos, respectivamente, que son derivados a la empresa Scrap y Rezagos para que recupere los aparatos o partes reutilizables. Mientras, el Ejecutivo recomienda no acumular pilas, sino tirarlas con la basura común.

Los inconvenientes crecen para empresas y oficinas, las grandes generadoras de RAEE. Algunas soluciones surgen del sector privado. Staples, que vende desde artículos de librería y electrónicos, lanzó un servicio de “kits de residuos especiales” dirigido a empresas porteñas y bonaerenses y a sus más de 15.000 clientes, entre oficinas, comercios y depósitos. La idea es resolverles la disposición de pilas, baterías, toners, cartuchos de impresión, lámparas de bajo consumo, tubos fluorescentes, y aparatos eléctricos y electrónicos. Sólo Staples, en 2014 vendió 125.000 cartuchos de impresora, 38.000 toners, 130.000 pilas y 60.000 unidades de artículos electrónicos, como impresoras y notebooks.

“Nuestro servicio para oficinas incluye desde su registro como generador de residuos especiales en el ente correspondiente hasta la disposición de los materiales en plantas habilitadas y la emisión de certificados a su nombre –explica Carlos Nielsen, director de Relaciones Institucionales de Staples Argentina–. Les damos kits para que los recolecten en forma diferenciada y pactamos una frecuencia para retirarlos con personal habilitado para su transporte a las plantas. Para los particulares, instalamos kits de recolección en nuestras tiendas, donde puede acercarse cualquier persona, sea o no cliente.”

Para eso Staples contrató a Loop, una empresa de logística inversa creada en 2012: llevan los RAEE desde los usuarios hacia los fabricantes o puntos de recolección para repararlos, reutilizarlos, reciclarlos o destruirlos. Algunos de sus clientes son Atanor y Bagó. “Los inscribimos como generadores de residuos peligrosos, les proveemos kits de recolección, retiramos y trasladamos los elementos a una planta del Grupo Pelco donde los clasifican”, dice Néstor Santa Ana, fundador de Loop.

Las pilas comunes van a un relleno de seguridad de Pelco en Santa Fe y las recargables son exportadas a Europa. Los toners y cartuchos de tinta van a una planta en General Pacheco, donde se incineran con un filtro de emisión de gases. Las lámparas de bajo consumo y los tubos fluorescentes se procesan en una trituradora. Y los aparatos electrónicos son desensamblados en una planta en Tigre, para reaprovechar el plástico y el cobre de los cables. Las plaquetas son enviadas a Europa. El propio Gobierno porteño es un gran generador de RAEE y por ley debe tratar los residuos correctamente.